Convertirse en católico
Aunque la Iglesia Católica es la religión más grande del mundo, a veces también es la más incomprendida. Las creencias de la Iglesia Católica y sus hermosas enseñanzas son consistentes a través de los siglos. Creemos que los seres humanos fueron creados por Dios en amor y que todo lo que Dios crea es bueno y creado por amor. Si bien tenemos la capacidad de pecar, la Iglesia cree en la dignidad de la persona humana por encima de todo. También creemos que la bondad infunde toda la maravillosa creación de Dios. Toda la creación, hecha por Dios, refleja esa bondad. Los católicos ven el mundo y su belleza, renovados por la Encarnación, como sacramentales, que hablan de la bondad y el amor de Dios. Creemos en la administración. Todo nos lo ha dado Dios y nuestra responsabilidad católica es compartir nuestro tiempo, talento y tesoro con quienes nos rodean. Creemos en la Santísima Trinidad, que Dios se ha revelado a nosotros como Padre, Hijo y Espíritu Santo –una comunión de conocimiento y amor– y nos ha creado para compartir esa vida. Creemos en la comunidad y en una Iglesia viva –los creyentes somos parte del Cuerpo vivo de Cristo y, como tal, somos un reflejo de la naturaleza comunitaria de la Trinidad. Creemos que Dios amó tanto a su creación que se hizo humano en la persona de Jesús para caminar entre nosotros. Creemos en la comunión de los santos –modelos de fe que nos ayudan y nos guían en nuestra vida diaria. Creemos en la crucifixión, muerte y resurrección de Jesús, y esperamos que un día resucitaremos a una nueva vida con él. Convertirse en católico hoy significa unirse a una fe antigua, profundamente arraigada en las enseñanzas y tradiciones de Cristo, que está llena de esperanza y vitalidad a medida que continuamos difundiendo la Buena Nueva de Jesucristo a todos los confines de la tierra.